Érase una vez una farola que vivía, como muchas otras, en un parque público. Pasaba los días durmiendo apagada hasta que el Sol se ocultaba por el horizonte, dando lugar a la noche. En ese momento ella despertaba y alumbraba todo a su alrededor. Era la más alta de todo el parque hasta que un buen día plantaron un árbol a su lado que resultó ser más alto que ella. Además, dicho árbol ensombrecía su luz cuando esta despertaba todas las tardes, por lo que la farola se sentía triste.
Pensó y pensó como podía llegar a dar la luz que daba antes pero todos sus planes se veían frustados. Se le ocurrió la idea de plantar ella misma el árbol en otro sitio del parque, pero claro no tenía brazos para ello. También pensó en hablar con el árbol y pedirle amablemente que no le hiciera sombra, pero el árbol no podía escucharla al ser más alto.
La farola no se rendía nunca y no dejaba de pensar en una solución, hasta que un buen día todo cambió. Descubrió que, gracias a la fotografía, podía llegar a ser más alta que el árbol y volver a iluminar todo a su alrededor y así lo hizo. Cuando veía a las personas que se acercaban a su parque con una cámara de fotos ella se ponía lo más elegante posible para ser fotografiada. Y así, un buen día lo consiguió. Llegó a ser más alta que el árbol gracias a la ayuda de una cámara de fotos.
Al igual que la farola, todos podemos conseguir aquello que deseemos si no dejamos nunca de intentarlo. Nunca os rindáis, con esfuerzo y ganas todo se consigue.
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