Con un ladrido atronador y una envergadura que puede alcanzar fácilmente el metro y ochenta centímetros (si se pone sobre dos patas), este mastín puede llegar a impresionar bastante e incluso inspirar temor en alguna ocasión. Pero no todo es lo que parece, pues en realidad todo lo que tiene de grande y corpulento lo tiene de tranquilo y bonachón, no hay más que verle para darse cuenta.
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